Cállate
“-¡Cállate de una vez, estúpida inconsciente! ¡Tus idioteces causan estragos en mi mente!-. Gritaba trastornada por el enigmático temor que ella misma se producía.
Nunca había logrado el control, sin embargo, de un tiempo a esta parte era una situación intolerable. Su propia mente… ¿Acaso ya no le pertenecía?
Los ojos de su madre asustada imploraban aquella calma de la que acostumbraba disfrutar a la hora de la siesta. Ella pareció, entonces, enmudecer. No soltó sonido alguno temiendo las consecuencias de sus palabras. El silencio se extendió por la habitación mientras ambas miradas se buscaban fervorosamente. Una vez que se encontraron ella imperceptiblemente rompió el silencio con un leve susurro mientras acariciaba el pelo a su madre.
-Si me pides que la ofenda, la ofendo. Si me pides que la golpee, la golpeo. Si me pides que la torture, la torturo. Y si me pides que la mate…- y su respiración, hasta ese entonces tranquila, comenzó a agitarse y convirtió a ese casi imperceptible susurro en un alterado grito descomunalmente aterrador.
-¡¡¡NI ME ARRUGO EN DARLE LA MÁS TORTUOSA DE LAS MUERTES A ESA MALDITA HIJA DE PUTA!!!
Y lo peor no era el no controlarlo.
Lo peor no era daño que podía causar.
Lo peor no era el castigo del que sería merecedora.
Lo peor no era perderse en ese mundo de bajezas y deshonras.
Lo peor no era que el momento de hacerlo llegaría.
Lo peor es que jamás se arrepentía de lo que hacía… y esta vez no sería a excepción.”
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