Sueño...
“… recorriendo aquellas calles de paisajes obscuros y turbios. “Debo estar soñando otra vez” pensó y luego agradeció el por fin haberlo notado antes del climax del sueño. Después de tantas noches de pesadillas tortuosas era lo menos el aprender a distinguir la realidad. Se dejó llevar. Esta vez sabía donde estaba y que debía hacer. Era una guerra donde el ganador se llevaba todo. Conciente v/s Inconciente. Parada en medio de las dos partes su adrenalina estaba al máximo. Tenía algo que hacer para por fin darle un vuelco a aquellos desastrosos finales y ahora tenía el poder para hacerlo. Continuó caminando con la vista nublada incapaz de distinguir algo más allá de su nariz. El camino la guiaba y ella no se iba a detener. Sentía a sus cuatro sentidos restantes en su apogeo y eso la excitaba aún más. El viento en su cara, las luces en la acera, lo sombrío de la noche… Llegó a su destino. Esa casa inmunda. Tenía la llave. Entró. Se sentía ligera, los zapatitos negros que acostumbraba a llevar no emitían sonido alguno. El hedor del lugar la estimulaba a lo peor. Se acercó a la cocina y sintió el tic tac del reloj. El mismo estúpido reloj que le dio para su cumpleaños. Cogió un cuchillo y las nubes en los ojos le impidieron prever que el filo era demasiado. Sintió brotar la sangre en su mano. ¡Esas putas drogas lo hacían todo tan real! Juró dejar de tomarlas. Después de todo ya no las necesitaría. En este sueño se decidiría el final y no se iba a dar por vencida. El filo del cuchillo la incitaba a terminar todo de una vez. Se sentía débil. “Los efectos del somnífero deben estar pasando”. Creyó que sería mejor apurarse. Su vista poco le permitía. Casi por instinto llegó a la pieza matrimonial y se acercó a la cama. Ahí estaban. Y ahora era capaz de ver con una claridad increíble. -¡¡Maldita perra!!- ese grito reprimido durante años salió con una fuerza digna de un superhéroe al tiempo que sentía el cuchillo mutilar al enemigo. -¡¿Qué está…?! ¡Nooooooooooo! ¡¿Pero que mierda hiciste?!- él despertó y ella también esperaba hacerlo. Pero no podía. La pieza se hizo cada vez más grande y sus cinco sentidos cada vez más sensibles. Entonces lo notó. Todo el tiempo estuvo despierta. Gritos de desesperación. Llamadas telefónicas. Todo ocurría tan rápido. Sintió las sirenas de la ambulancia y carabineros a lo lejos. El cadáver de esa puta esparcía sangre por todas las sábanas. Seguramente el colchón sería difícil de limpiar. Posó su mano herida sobre el pecho apuñalado para asegurarse de que no vivía. Notó su propia sangre mezclada con la del enemigo. Botó el arma y se sentó junto a la cama completamente perdida. Escuchó la puerta frontal caer después de un golpe. Las amenazas de carabineros se dirigían a ella. Se limitó a sonreír. Todo había acabado.”
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